11 junio, 2012

Marta Urtasun (Argentina)


Mujer



Siempre quise enamorarme de un hombre que no tuviera ombligo. Y lo encontré luego de haberlo buscado, sin admitirlo, durante un largo tiempo. Muchas veces frustré relaciones amorosas contundentes que tenían ombligos arrasadores.
Uno de esos amores abandonados descubrió mi debilidad y quiso desacreditarme. Para eso me comparó con “las mujeres que no saben volar”. Minimizó mi deseo con argumentos falaces: sólo los poetas le ponen nombre a deseos celestiales. Razón siguiente, me acusó de ser subterránea y mezquina por ambicionar a un hombre sin historia.
Mi hombre desombligado tiene historia. Todos tenemos una o la inventamos. No sé si la suya es verdadera pero a mí me alcanza recorrer su cuerpo y besar la lisura de su abdomen. Sin centro ni márgenes. Es un cuerpo sin dobleces. Puedo empezar a amarlo desde cualquier sitio porque está inevitablemente desnortado. Sin recuerdos y con la creencia de que solo nace cada vez que nos amamos.

1 comentario:

Nazu dijo...

Muy buen blog, no uno, sino muchos textos muy valiosos.
Ahora sólo será hora de empezar a leer más profundamente.
Empecé muy a gusto.

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