29 agosto, 2009

CARSON McCULLERS (EEUU,1917-1967)

La bebida de la señorita Amelia tiene una cualidad especial. Se nota limpia y fuerte en la lengua, pero una vez dentro de uno irradia un calor agradable durante mucho tiempo. Y eso no es todo. Como es sabido, si se escribe un mensaje con jugo de limón en una hoja de papel, no quedan señas de él. Pero si se pone el papel un momento delante del fuego, las letras se vuelven marrones y se puede leer lo que contiene. Imaginen que el whisky es el fuego y que el mensaje es lo más recóndito del alma de un hombre: sólo así se comprende lo que vale la bebida de la señorita Amelia. Cosas que han pasado inadvertidas, pensamientos ocultos en la profunda oscuridad de la mente, de pronto son reconocidos y comprendidos. Un obrero textil que no piensa más que en telar, en la fresquera, en la cama y vuelta al telar; este obrero bebe unas copas el domingo y se tropieza con un lirio de la ciénaga. Y toma esta flor y la pone en la palma de su mano, examina el delicado cáliz de oro y de pronto le invade una dulzura tan intensa como un dolor. Y ese obrero levanta de pronto la mirada y ve por primera vez el frío y misterioso resplandor del cielo de una noche de enero, y un profundo terror ante su propia pequeñez le oprime el corazón. Cosas como éstas son las que ocurren cuando uno ha tomado la bebida de la señorita Amelia. Uno podrá sufrir o podrá consumirse de alegría, pero la experiencia le habrá mostrado la verdad; habrá calentado su alma y habrá visto el mensaje que se ocultaba en ella."

CARSON McCULLERS (De ‘La Balada del Café triste’, fragmento)

01 agosto, 2009

Sara Gallardo (Argentina1931-1988)


3_
Hago viajar. Cuidado, jinete. De lo que visitamos nada puede contarse. El más terrible de los reyes gime como un cordero. Nunca necesité de la belleza.
Soy la que viaja. Puerta de viajes.
Es verdad que me arriesgo; veo la muerte a cada paso. ¿Cómo sujetar a uno solo este mi cuerpo de mil vidas?
Nadie es tan joven ni tan vieja como yo.


(fragmento de Las treinta y tres mujeres del Emperador Piedra Azul, en En el desierto, en El país del humo)

Sara Gallardo (1931-1988) nació y murió en Buenos Aires.Su fallecimiento se produjo el 14 de junio de 1988. Su primera novela, Enero (1958), situada ya en la “América salvaje, imposible de catequizar” que sería el escenario de todos sus relatos, le valió un inmediato reconocimiento de la crítica. Fue traducida al checo y al alemán.

Siguieron las novelas Pantalones Azules (1963), y Los galgos, los galgos (1968), que obtuvo un gran éxito, el Primer Premio Municipal y el Premio Ciudad de Necochea con un jurado compuesto por Leopoldo Marechal, Aldo Pellegrini y Juan Carlos Ghiano.
Eisejuaz (1971), alucinado monólogo de un indio mataco en busca de la santidad, y los relatos de El país del humo (1977) son habitualmente considerados sus obras maestras, ubicadas sobre el camino de Juan Rulfo o Mario de Andrade. La rosa en el viento (1979), su último libro, fue escrito en España, primero de una serie de países por los que erró, junto a sus hijos, hasta el fin de su vida.
Escribió una monumental y atípica obra periodística, para Confirmado, Primera Plana y otras revistas durante los años sesenta y setenta, y luego para La Nación, de la que fue corresponsal en Europa.
Publicó los relatos infantiles: Los dos amigos y
Teo y la TV, ambos de 1974, Las siete puertas, de 1975, y
¡Adelante, la isla! (1982) que incluye un breve texto autobiográfico.
Su Narrativa breve completa, editada en 2005 gracias a la labor de Leopoldo Brizuela, puso al lector frente a una escritura que consiguió eludir las modas críticas o del mercado con un estilo cortante y concentrado.
Reeditada –y agotada– hace un par de años, incorporada a una colección de literatura argentina dirigida por Ricardo Piglia –quien eligió la novela Eisejuaz–, también en esta década los libros de Sara Gallardo son difíciles de hallar: sólo con un golpe de suerte es posible toparse con alguno y, ahí sí, disfrutar de esa obra en la que conviven el campo y el resplandor leve de quienes soportan el vago estadio de no pertenecer a ningún lado.

Campo y resplandor, por Natalia Gelos. Suplemento CULTURA diario Perfil, junio 2008.
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0269/articulo.php?art=8009&ed=0269
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...