30 julio, 2008

Olga Ledesma (Argentina-Azul,1956)

EL VIAJE

El tren estaba a punto de partir. Era una mañana cálida. Yo, absorta con los vagones y el humo y las corridas de la gente, lo vi llegar. Él traía un paquete con una carta firmada por los Reyes Magos; era víspera de Navidad. No lo veía desde aquel día en el que no sé por qué dejó de llegar a casa. Me miró por un largo rato y me entregó el regalo. Yo lo tomé. Se veía tan alto y lejano. Luego mi abuela y yo nos alejamos dejando atrás la ciudad. De a ratos me distraía observando los postes de luz que corrían a la par del tren. Nunca pregunté el motivo de su ausencia. Llevaba entre mis manos aquella caja larga que abrí mas tarde. Era una muñeca. Me aferré a ella y a la carta para no perderlas, cuando me sorprendió el cartel de la estación. Llegamos a la casa de unos tíos. Me invadió instantánea, repentinamente su indiferencia y entendí que solo sería un huésped en aquel lugar, nunca parte de la familia. Pasaba muchas horas en la plazoleta de enfrente. Fue allí donde descubrí que las hamacas me hacían sentir ganas de vomitar. Qué estarán haciendo mis padres -pensaba- extrañándolos, pero sin preguntar. Después de un tiempo fuimos al campo, a casa de otros tíos. Recuerdo lo divertido que era levantarnos de madrugada para ir a una quema que había cerca. El frío de la mañana, el vapor que exhalaban nuestras bocas hace de aquel recuerdo un lugar lleno de magia. Parecía que buscábamos un tesoro en medio de la basura. Era feliz con aquellos juegos pero siempre volvía a mi mundo. Recuerdo cuando nació Juancito y yo lo hacía dormir sentada en una escalerita. Cuando jugábamos con Daniel a quedarnos despiertos para esperar a esos Reyes que nunca llegaron. Extrañaba a mis padres. Me recostaba en la falda de mi abuela. Era la única que me acercaba a ellos. ¡Que lento pasa el tiempo! ¡Que lejos estoy! Un día mi abuela dijo: - Mañana nos vamos, ya le escribí a tu madre. Una vez más estaba en la estación, pero sus vagones ya no me parecían tan largos, ni el humo tan espeso, ni el viaje tan agradable. Cuando llegamos a la ciudad nadie nos esperaba. Como en un cuento de hadas, viajé en un mateo tirado por caballos. Un señor amable nos llevó hasta donde estaba ella que entre abrazos y saludos, me dijo: -Ya encontré el lugar donde vamos a vivir juntos otra vez. Él no estaba, como de costumbre no pregunté. Tampoco tenía yo aquella muñeca ni la carta, y mis reyes estarían en otro viaje.

Olga Ledesma nace en La Plata y parte con su familia tempranamente a la ciudad de Azul donde pasa su infancia. Y tiempo mas tarde retorna a La Plata donde termina sus estudios y se instala definitivamente. En el año 1987, participa en la Feria de Libros artesanales llamada Quipus coordinada por Esteban Tomas. Asiste desde 2002 al Taller Círculodefuego coordinado por Lic. Andrea Sánchez. Forma parte del Grupo Conestabocaenestemundo desde 2005. Publicó en Antología “Círculodefuego”( La Plata, 2002), poemas en plaqueta serie La voz, la sangre (La Plata, 2003), plaqueta (Bs. As., 2004), cuentos en pliego(Itinerante/ espacio de arte, 2003). Participó en la categoría poesía en la muestra "La voz, la Sangre" en el Taller- Casa del ángel en Cdad. Aut. Bs. As. en 2003/2004. Destellos-haikus (La Plata, 2007).

23 julio, 2008

Gaby Vallejo (Cochabamba, Bolivia, 1941)

A esta altura de la vida, cuarenta y dos años, tengo la tentación de encerrarme en la casa, en el “dulce no hacer nada”, de buscarme en los libros y en mis propias palabras.

Creo haber andado mucho en los últimos años, por caminos, ciudades y personas. Creo haber amado mucho, haber llorado también mucho y aprendido a soportar mi condición de ser mortal y precaria.

Habitada de un ritmo acelerado he vivido sin tiempo para lo necesario, entregada a lo urgente y he gastado así tanta vida. He perdido profundidad y he transcurrido repartida, retaceada. Y he perdido.

A esta altura de la vida quiero pertenecer más a mí. Dejarme estar para dar espacio a mi propio pensamiento: leer, echada al sol-como una gata plácida-y escribir, escribir, contarme historias.

Debo aprender a dejar a los demás que hagan la vida que yo creía estar construyendo. Siempre habrá gente que pueda reemplazarme y continuarme. No es una renuncia, es un acuerdo con la sabiduría, una reparación.

Aquí, yo sola, reconciliándome en lo necesario. Afuera, lo urgente gastando a los demás. Es su turno.


Gaby Vallejo (Bolivia), novelista, docente y crítica literaria. Investigadora de idiomas autóctonos. Ha escrito libros para niños : Detrás de los sueños, Juvenal Nina, Mi primo es mi Papá, Con los Ojos Cerrados, Sí o No Así de Fácil.




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